martes, 30 de noviembre de 2010

Sobre la injusticia de la Justicia.

La Justicia desde un punto de vista político, es aquello que debe hacerse según derecho o razón. Al fin y al cabo, cuando cualquiera de nosotros habla de justicia refiriéndose al derecho, se trata de que se cumpla la ley con mayúsculas. Y desde que los humanos decidimos que, además o en contraposición de la justicia divina, las personas podíamos imponernos una justicia humana, la humanidad ha ido arreglándoselas como ha podido en la aplicación de la justicia.
En la búsqueda de la virtud de dar a cada uno lo que le pertenece, haciéndose lo que se debe según derecho o razón, las personas hemos ido convirtiendo la justicia como al semidios al que se le pide que imponga pena o castigo público a quien algún daño nos causo. Es entonces cuando pasamos de de la Justicia Razón a la Justicia Venganza.
Cuando la Justicia se convierte en un poder del estado, se trataba de administrar Justicia mediante la aplicación de las leyes en los juicios y el dar cumplimiento a las sentencias judiciales. Nos hablaron del principio de equidad y nos pintaron a la bella Justicia con una balanza en la mano. Además nos convencieron de la imparcialidad de la Justicia y para ello a la bella con la balanza le vendaron los ojos.
Demos por supuesto que todo funciona según la mejor de las teorías sobre la justicia humana aplicada desde el estado. Además, recordemos que la justicia divina nos prometía (o advertía) que al final de nuestros días seremos juzgados por dios, recibiendo el castigo o la recompensa oportuna. Demos también por sentado, que una Justicia administrada e impartida por humanos, tendrá fallos que la infalibilidad divina no cometería.
¿Pero que ocurre con una justicia tardía? ¿Es justicia la que llega con un retraso injusto? ¿Para que queremos una justicia humana que por sus plazos cada vez se parece mas a la divina? ¿Puede existir justicia cuando la propia justicia provoca injusticia?

domingo, 31 de octubre de 2010

Creyentes, ateos y agnósticos.

La cuestión no está en que verdaderamente exista o no dios. La cuestión de los creyentes no solo está en respetar a los que no creen en la existencia de un dios; sino además, en respetar las creencias y devociones de los demás creyentes.
La cuestión de los ateos, está en respetar a los creyentes sus adoraciones, su religiosidad concreta y que puedan ser fieles a su idea de dios.
El debate entre fervorosos creyentes y militantes incrédulos, entre devotos integristas y escépticos irreligiosos; nos lleva a un debate estéril de demonización de los ateos y de infantilización de los creyentes.
Cualquier cuestión que suscite el debate entre los seres humanos, llevada a los últimos extremos por causa una de las partes; o por ambas, origina conflicto motivado por los extremistas de las fracciones en debate, pero que sufren los seguidores de cada una de las dos partes.
Por en medio, que no en el centro, nos encontramos los agnósticos. Mientras, los teístas, aunque inmersos a su vez en un debate de cómo es dios y como debería ser la religión, defienden las existencia incuestionable de un ser o entre superior, viendo señales de dios en infinidad de cuestiones de la vida cotidiana.
Por su parte los ateos, algo demagógicamente, se aferran a la máxima de que dios no existe mientras no se compruebe que existe. Y en todo este debate aparezco yo afirmando que no se si existe dios, ni me importa. Como mi humano entender no me permite de forma pragmática comprobar tanto si existe dios como que no existe, pues ni entro en el debate, ni me interesa.
Mucho ignorante, nos confunde con los ateos. Normalmente mucho religioso nos pone en el bando de los infieles, ¿qué le vamos hacer? Esta circunstancia me recuerda mucho a la situación que se da cuando discuten dos de tus amigos y te pilla en medio. Tu intentas ver las razones y cerrazones de los dos, e intentas mantener la amistad con ambos aparte de su disputa. Pero la mayoría de las veces esta neutralidad resulta casi imposible, porque unos de tus dos amigos te obliga a elegir entre su amistad o la de la otra persona.
Está claro que quien te hace decidir entre su amistad y la de la otra persona, no es tu amigo. Pues tengo que reconocer que desde mi agnosticismo, por culpa de integrismo religioso me siento menos incomodo con alguien que niega lo que no ve, que con alguien que me quiere hacer ve lo que solo él ve.
Desde mi agnosticismo, defiendo que deben existir ámbitos públicos en los que las religiones no deben estar presentes. Ningún espacio público puede ser utilizado a favor de ninguna religión. La religión, en los templos, y por supuesto nunca en las aulas donde se educan nuestros hijos.
Si los creyentes quieren que sus hijos aprendan su religión, que la enseñen en sus hogares y en los templos. Los actos oficiales que celebren las instituciones públicas deben estar libres de cualquier ritual religioso. La financiación de ninguna religión puede recaer en su totalidad o en una mínima parte en fondos públicos. Otra cosa es que como cualquier otra entidad asociativa de cualquier tipo, las distintas religiones, puedan acceder en igualdad de condiciones a la financiación de proyectos sociales, culturales o de parecida índole.
Creo y defiendo la laicidad del estado. Entendiendo lo laico como la independencia sobre la religiosidad o no religiosidad de las cosas. El estado se separa de lo religioso sin significar que va en contra del derecho a practicar cualquier religión. Desde lo público se es aconfesional.

miércoles, 29 de septiembre de 2010

Sobre la huelga general del 29-S

Esta es una huelga atípica, o al menos extraña. Si analizamos la convocatoria de huelga general desde todos los puntos de vista significativos, todo el mundo (unos en mayor medida que otros) tiene motivos para desear cierto éxito al paro convocado por los dos sindicatos mayoritarios.
1.Está claro que los sindicatos quieren y necesitan el éxito de la huelga, pero en la justa medida que haga al gobierno rectificar frente a sus demandas. Tampoco quieren aparecer en la historia de este país como los mayores causantes de la caída de un gobierno socialista en pos de uno de derecha.
2.Al gobierno se le nota claramente que esta huelga, después de las medidas tomadas y anunciadas, es normal que se convoque. No quiere un éxito total porque eso haría que se tuvieran que plantear muchas cosas, pero tampoco desean una fracaso rotundo de la huelga, porque eso debilitaría a los sindicatos frente a la corriente existente dentro de la derecha más radical de que no sirven para nada.
3.Los que nos consideramos ideológicamente de izquierdas, nos movemos en un amplio abanico desde los más partidarios de la huelga porque esto no se debe consentir a los menos partidarios de la huelga porque este significa pones una alfombra azul para Rajoy hacia la Moncloa. A cada uno de nosotros, nos toca darnos respuesta sincera con nosotros mismos y coherente con nuestro entorno mas inmediato.
4.A la clase empresarial propietaria (no me refiero a pequeños empresario y mayoría de autónomos), al partido popular, a los voceros de la derechas, los que son ideológicamente de derechas pero que nunca lo reconocen llamándose de centro, liberales, reformistas…y a las gentes de derecha; a todos estos, el panorama les parece perfecto. Se muestran verbalmente agresivos contra la huelga, ese derecho que nunca terminaran de entender. Seguramente será porque nunca han sentido en sus carnes la sensación de sentirse explotado. Aunque no lo verbalicen, están contentísimos con la huelga. Para que molestarse si entre ellos se destrozan.
Mis reflexiones:
1.El Gobierno tiene que hacer un acercamiento a los sindicatos. Claro, palpable y que se vea plasmado en el boletín oficial del estado.
2.Los sindicatos tiene que entrar en al siglo 21. No me considero sospechoso y a pesar de mirarlos con buenos ojos, tiene tanto que cambiar en su funcionamiento…
3.Aunque nos llamemos de izquierdas no podemos caer en la utopía de dar la espalda a los mercados. Mientras que los mercados nos prestaban dinero para endeudar al estado con políticas sociales nadie hablaba de los mercados. Mientras necesitemos que nos presten “su dinero” para hacer “nuestras políticas”, estamos en sus manos. Por tanto, el estado tendrá que ser muy eficiente en el gasto y recaudar más vía impuestos para no depender del dinero que nos prestan los mercados financieros. ¿Estamos dispuestos?
4.Las cifras de productividad de nuestro país son una vergüenza. ¿Que clase de empresarios tenemos que no invierten en investigación, ni en tecnología, ni en formación de los recursos humanos…que prefieren gente fatigada y humillada antes que contratar a una persona más necesaria? ¿Dónde está el orgullo de los trabajadores en el que nuestra productividad individual no aporta tu parte del trato en las relaciones laborales?
5.Existen buenos empresarios y grandes trabajadores. Pero este país no avanzará mientras que en la cabeza de la mayoría de empresario esté el pensamiento de que los asalariados lo que quieren gana cuanto más mejor trabajando lo menos posible. Pero la mayoría de trabajadores asalariados deberían entender que una relación laboral consiste en prestar tu trabajo a cambio de un sueldo, que no en cumplir meramente un horario laboral. Todos tenemos en la cabeza el nombre de algún compañero que no cumple con su trabajo que se limita a llegar e irse a su hora, mientras los demás tenemos que sacar el trabajo adelante. Y la actuación de esta persona no está justificada ni tan siquiera cuando muchas veces las cosas salen adelante a pesar de la incompetencia del jefe o propietario.
6.El mercado laboral tiene que ser reformado pero con un pleno acuerdo nacional. En este aspecto también la sociedad se está dualizando. No podemos dividir la sociedad entre los que tiene trabajo y lo tiene todo, y los que paraos que no tienen nada. Esto así no se sostiene. Los que tienen sus trabajo no están dispuestos a dejar ni uno de sus 45 días de indemnización por despido por el camino en aras de mejorar el mercado laboral; mientras que los que están paraos están dispuestos a aceptar cualquier precariedad laboral impensable a cambio de poder trabajar aunque sea un tiempecito…
7.De las pensiones, ya hablamos otro día…

martes, 31 de agosto de 2010

Público versus Privado

Aunque parezca una contradicción, este creo que es el gran problema: basar el análisis poniendo público frente a privado o viceversa. Deberíamos de afrontar cualquier análisis sin el condicionamiento o prejuicio de lo que siempre nos han “dicho” que deberían ser lo público y lo privado.
Si enfrentamos el interés público frente al interés privado, no existe duda. El interés público debe prevalecer siempre sobre el interés privado.
Si analizamos la gestión pública frente a la gestión privada, no deberíamos hacerlo para ver cuál es la mejor, enfrentándolas entre sí. Simplemente deberíamos de valorar si la gestión “a secas”, sea pública o privada, es buena, mala o regular; y den distintos grados.
La medición de la eficacia de la gestión pública, está claramente vinculada al interés público. Mientras que la eficacia de la gestión privada, está evidentemente vinculada al beneficio y la rentabilidad empresarial.
Podríamos admitir cierta comparación entre la eficacia pública y la eficacia privada, pero sin perder de vista que ambas buscan objetivos diferentes y por tanto, incomparables. La comparación solo vendría vía, nivel de consecución de los objetivos.
Donde sí podemos comparar claramente gestión pública frente a privada es en la eficiencia, en el cómo se gestionan los recursos para conseguir los objetivos buscados. Aquí nos encontramos el gran tópico de que la iniciativa privada gestiona mejor los recursos que el sistema público en general. ¡Qué gran mentira!
Existen gestores privados absolutamente impresentables, donde su gestión no hay por donde cogerla; mientras que existen gestores públicos avalados por una gestión digna de estudio.
El gran reto de los que tienen una vocación por lo público, y aun más en tiempo de crisis, es hacer ver a los ciudadanos que la gestión de los recursos públicos conseguida con los impuestos, está en buenas manos. Misión difícil, que no imposible.

sábado, 31 de julio de 2010

Multirracial Multiétnica Multicultural

Aun a conciencia de que no es demasiado correcto el uso de término raza cuando hablamos de seres humanos, ya que es más correcto el uso del término etnia, no quiero dejar fuera de mis propuestas a nadie por una simple interpretación de conceptos.
Sobre todo no quiero dejar fuera a los que aún opinan que el término raza se puede utilizar para definir a ese grupo de personas que comparten determinados rasgos físicos que lo diferencian de otros individuos. ¿Hablaríamos de blancos, negros, asiáticos, nórdicos…?
Yo prefiero el término etnia porque se refiere a un grupo humano que se reconoce como tal por la identificación de sus miembros con el mismo. El nexo de unión del grupo étnico tiene un origen histórico, relacionado con una lengua y una cultura común, costumbres, religión…
Después existen distintas culturas, entendidas como los comportamientos de las personas que conforman una sociedad. Es el conjunto de normas (explicitas e implícitas) y modelos de comportamiento que tiene en común la mayoría de los miembros de una sociedad.
Dentro de cada raza (en los términos que hemos aceptado tal acepción), pueden existir distintas etnias. En las distintas sociedades, podemos encontrar también distintas culturas, etnias y razas.
En un planeta globalizado, las razas se están mezclando, los etnias se interrelacionan unas con otras, en las sociedades actuales tiene cabida más y distintas culturas. Más que les pese a algunos, nos dirigimos irremisiblemente hacia una sociedad multirracial, multiétnica y multicultural. ¡Que me gusta la diversidad!

miércoles, 30 de junio de 2010

Una nueva filosofía política

El fondo y la forma de hacer política necesitan de un cambio radical. El fondo y la forma personal de hacer política, la política dentro de los partidos, la política en las instituciones democráticas, la política en general y la política en particular.
El fondo es importante, pero las formas también importan. En política deben ser los medios los que justifiquen el fin. Una nueva filosofía política debe tener en consideración valores con carga afectiva como la amistad, el amor, la compasión o la fraternidad.
Con tal fondo en la política, las formas también cambiarían, bajo principios como generosidad, respeto, empatía, asertividad, madurez, competencia…desterrando bajas pasiones, oscuros intereses, egoísmos, competitividad.
Terminar con la partidocracia. Cambiar los partidos como meros instrumentos para conseguir el poder político. Cambiar el gobierno por el gobierno que es la traducción más sutil del poder por el poder.
Convertir el poder y el gobierno en un instrumento de felicidad. Artículo 13 de Constitución de Cádiz de 1.812: “El objeto del Gobierno es la felicidad de la nación, puesto que el fin de toda sociedad política no es otro que el bienestar de los individuos que la componen”. Sobran las palabras.

miércoles, 5 de mayo de 2010

Sociedad Alternativa

A estas alturas del siglo XXI, casi nadie pondría en duda que el modelo de sociedad actual es un modelo fracasado. Ya antes de la crisis actual, habíamos organizado una sociedad basada en el consumismo, el individualismo y el desarrollismo.
Se prima al individuo sobre todas las cosas, un individuo creado para consumir. Pasamos durante el siglo XIX y XX de súbditos del rey a ciudadanos, y a finales del XX pasamos de ciudadanos a consumidores. Consumidores consagrados a la economía desarrollista que mutila nuestro planeta y alinea al individuo.
La felicidad se ha convertido en el “cuanto tienes” y no en el “quien eres”, partiendo de esa premisa los consumidores dejan de ser individuos libres para consumir para convertirse en consumidores obsesionados en la posesión de cosas y roles estándares socialmente aceptados.
Una sociedad alternativa pasa por nuevos individuos sociales que no socializados, consumidores responsables que no alineados, por una economía racionalizada en los recursos humanos (las personas), financieros (el dinero) y materiales (la naturaleza).
Y te estarás preguntando ¿y como lo hacemos? Y yo te pregunto ¿Qué tipo de individuo eres en relación con la sociedad y las personas que te rodean? ¿Qué modelo de consumidor eres? ¿Qué tipo de trabajador o empresario eres? ¿Cómo y en qué inviertes tus ahorros? ¿Cómo te relacionas con el medio natural?

jueves, 8 de abril de 2010

No podemos permitirnos ser idiotas

Los antiguos griegos llamaban idiota a aquel ciudadano que no se preocupaba de los asuntos públicos. Mientras que esa persona solo se preocupaba por sus pequeñeces, otros decidían por él en los asuntos públicos.
En la actualidad, estamos acostumbrados a oír decir de forma habitual a casi todos nuestros conciudadanos que “la política no me interesa”.
Estamos corriendo el riesgo de que, cuando la mayoría de la población pasa de la política que es la que es la que se ocupa de los asuntos públicos, unos pocos manejen a su antojo las cuestiones que nos afectan a la mayoría.
Hasta desde un punto de vista algo egoísta, como ciudadanos, como personas, no deberíamos pasar de los asuntos públicos y de la política que nos gobierna.
¿Cómo puedes desentenderte de cuestiones que te afectan y decir que no te interesa?
La Democracia es participación. Participación en las urnas y en los movimientos sociales (implicación).
No basta con votar cuando nos toca. No olvides que el estado de derecho nos da instrumentos de participación en la sociedad democrática. Consejos Escolares, Sindicatos, Colegios y Asociaciones Profesionales, Consejos Sectoriales…y cualquier tipo de asociación.
Si no participamos, estamos permitiendo que otros decidan por nosotros.
Vamos, que hablando griegamente, no podemos permitirnos ser idiotas.

martes, 23 de marzo de 2010

Más politica para los tiempos de crisis

Hace unos años, antes de desencadenarse la actual crisis económica financiera, en nuestra sociedad existía una cierta desidia sobre casi todas las cuestiones relacionadas con la política. Muchos ciudadanos desde sus vidas maravillosas, llenas de consumismo y bienestar social, miraban de reojo a “esos que se encargan de las cosas públicas”. La política y los políticos eran algo que estaba allí, a los que le dicaban algo de tiempo en sus pensamientos, si decidían acudir a la llamada de alguna convocatoria electoral.
Y llego la crisis, y muchas personas pierden su trabajo, los bancos dejan de prestar dinero… “tenemos problemas, ¿dónde esta el gobierno?”. Podríamos ampliarlo a ¿dónde están los políticos y que políticas piensan hacer para ayudarme?
Esta claro, que un periodo de crisis la sociedad en general, espera y necesita más de la política y sus políticos. Eso está bien, porque demuestra que la ciudadanía aún espera cosas, y concede cierta “utilidad” a la política.
Pero esta situación es muy peligrosa, y puede tener un efecto bumerán. La gente está pidiendo más política para salir de la crisis, pero si la política no da las respuestas apropiadas, la gente se volverá desencantada con la política y los políticos. Este desencanto popular puede debilitar a la democracia, e incluso a nuestro sistema de libertades que cada vez tiene más dependencia de los poderes económicos.
Esta es una oportunidad para conseguir una sociedad más política, una mejor política. Quizá no aparezca en mucho tiempo una ocasión tan evidente para que algunas cosas, muchas cosas, empiecen a ser diferentes: ¿conseguiremos que el poder político no esté subordinado al poder económico?